LECCIÓN 289 – 16 de Octubre
El pasado ya pasó. No me puede afectar.
1. A menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré contemplar el mundo real. 2Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no esta ahí. 3¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece? 4Elpropósito del pasado fue precisamente ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. 5No tiene pasado. 6Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, el cual al ser perdonado desaparece?
2. Padre, no me dejes contemplar un pasado que no existe. 2Pues Tú me has ofrecido Tu Propio sustituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. 3He aquí el final de la culpabilidad. 4Y aquí me preparo para Tu paso final. 5¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tu dispusiste fuese el final de todos sus sueños y todo su dolor?
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
En el Curso estamos
aprendiendo que la mente es la causa del mundo que vemos. Supongamos que me
enfado con alguien. En lugar de suponer, como he hecho toda mi vida, que lo que
he visto es real, reconozco que es una ilusión. No intento entenderlo,
simplemente se lo ofrezco al Espíritu Santo. Reconozco que mis pensamientos de
enfado no están causados por lo que veo, sino que están causados por mi
interpretación de ello.
Mis pensamientos son
anteriores a cualquier cosa que veo o que oigo. Muchas personas ven en esto lo
que para mí es sólo una interpretación parcial. Piensan que nuestros
pensamientos actuales no son causados por lo que está sucediendo ahora, sino
que suponen que tiene que haber algo en el pasado que causó esos sentimientos.
Su pregunta es: “¿Te acuerdas de algún otro momento en el que te sentiste así?”
La idea es que puedes recordar algún acontecimiento pasado que provocó ese
sentimiento, que puedes separar el sentimiento del de ahora. “No estoy enfadado
contigo, estoy enfadado porque para mí representas a mi madre”. Ese tipo de
cosas. El Curso habla acerca de estas “sombrías figuras” del pasado, pero
señala que esas sombrías figuras “no son reales, y no pueden ejercer ningún
dominio sobre ti, a menos que las
lleves contigo” (T.13.IV.6:2). (Las secciones IV a VI del Capítulo 13 tratan de
liberar el pasado). Dicho de otra manera, nuestra angustia o enfado actuales no
están causados por el pasado, sino por una decisión presente de llevar su dolor
al ahora. Una decisión que se toma ahora
también puede deshacerse ahora.
El pasado “no me puede
afectar”. Y los sentimientos del pasado tampoco pueden ser la causa de mis
sentimientos. El error de relacionar emociones presentes con acontecimientos
pasados, que ciertamente puede ser útil en cierto grado, es que relaciona
falsamente algún acontecimiento o persona como la causa de mi sentimiento,
entonces mi sentimiento es el efecto. La explicación que el Curso da es que “el
pasado ya pasó”. Si veo el pasado, “estoy viendo lo que no está ahí” (1:2). El
Curso dice que el único pensamiento que se puede tener del pasado es que no
está aquí” (L.8.2:1). Ya no existe. Todo lo que existe es un pensamiento en mi
mente que yo llamo un recuerdo, y ese recuerdo es imperfecto, desviado hacia mi
interpretación y sin tener en cuenta la realidad interna de las otras personas
que también estaban allí. Todo lo que recuerdo es lo que vi, lo que oí, lo que
pensé, lo que sentí. Así que mi imagen del pasado es completamente inadecuada,
y no puede ser la base de ningún juicio que tenga razón.
Cuando reconozco que mi
sentimiento de ahora está causado por ver acontecimientos actuales a través de
un recuerdo del pasado, eso me puede servir para separar mis sentimientos de
las cosas que están sucediendo ahora. Pero necesito dar un paso más. Necesito
ver que mis sentimientos tampoco están causados por el pasado. El pasado no
tiene poder sobre mí. El pasado no existe. El pasado que recuerdo son mis propios
pensamientos acerca del pasado.
Si mis sentimientos no están
causados por el presente ni por el pasado, entonces ¿qué los causa? Ciertamente
el futuro no, que todavía no ha sucedido. Entonces ¿qué?
“Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme” (L.338). Sólo mis
pensamientos son la causa de mis sentimientos. Ésa es la causa. El Curso dice
que finalmente tenemos que aprender que nada de fuera de nuestra mente puede
afectarnos; que el pensamiento es lo único que existe. Todo lo demás es efecto
del pensamiento, no la causa de nada (T.26.VII.4:9, T.10.In.1:1).
No hay nada externo a ti. Esto es lo que finalmente tienes que
aprender. (T.18.VI.1:1-2)
¿Por qué
tenemos pensamientos que causan malos sentimientos? Todo vuelve al pensamiento
original de la separación. Pensamos que hemos robado nuestro ser a Dios,
pensamos que logramos crear un ser separado, y pensamos que Dios tiene que
estar enfadado. Creemos en la ira de Dios. En palabras menos teológicas, nos
sentimos culpables porque nos vemos viviendo en un mundo que exige egoísmo para
sobrevivir. Nos sentimos culpables porque pensamos que estamos separados y que
es nuestra propia culpa.
Todos
tenemos este profundo sentimiento de culpa, tan profundo que nos asusta. Ni
siquiera podemos soportar mirarlo de frente. Tenemos miedo del olvido, de la
muerte, y más aún del infierno. El miedo se disfraza de muchas formas: ira,
depresión, celos, indiferencia. Abrimos los ojos e inmediatamente buscamos un
chivo expiatorio, algo a lo que culpar por estos sentimientos terribles.
Inevitablemente encontramos un culpable. “¡Tú! ¡Tú eres el que me ha robado la
paz!” Inventamos el mundo para eso.
El
Espíritu Santo entra en nuestra vida para “valerse de esos medios que
inventaste a fin de exiliarte para llevar a tu mente allí donde verdaderamente
se encuentra en su hogar” (L.pII.7.3:3). Miramos a cada acontecimiento como un
posible chivo expiatorio para nuestros horribles sentimientos. El Espíritu Santo contempla cada
acontecimiento como un medio para mostrarnos el Amor. Aprendemos a ver todo
como Amor o como una petición de Amor. Para el ego, todo da testimonio de la
separación y de la culpa. Para el Espíritu Santo, todo da testimonio de la
realidad del Amor. Para ver el mundo que el perdón nos ofrece, tenemos que
estar dispuestos a abandonar el pasado y a ver que no nos puede afectar ahora. El mundo perdonado únicamente se
puede ver ahora. Tenemos que elegir
dejar de mirar a “un pasado que ya no está aquí”.
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