LECCIÓN 281 – 8 de Octubre
Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.
1. Padre, Tu Hijo es perfecto. 2Cuando pienso que algo o alguien me ha hecho daño, es porque me he olvidado de quién soy y de que soy tal como Tú me creaste. 3Tus Pensamientos sólo pueden proporcionarme felicidad. 4Si me siento triste, herido o enfermo, es porque he olvidado lo que Tú piensas, y he implantado mis absurdas ideas en el lugar donde a Tus Pensamientos les corresponde estar, y donde están. 5Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño. 6Los Pensamientos que pienso Contigo sólo pueden bendecir, 7y sólo ellos son verdad.
2. Hoy no me haré daño a mí mismo. 2Pues me encuentro mucho más allá de cualquier dolor. 3Mi Padre me puso a salvo en el Cielo y vela por mí. 4Y yo no quiero atacar al Hijo que Él ama porque lo que Él ama es también objeto de mi amor.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
Si soy
perfecto, nada puede hacerme daño, me haría imperfecto. Nuestro razonamiento
nos dice que nuestra vida sería perfecta si estuviera libre de dolor, y por lo
tanto no debemos ser perfectos. El Curso razona en la dirección contraria:
somos perfectos, el dolor significaría imperfección, por lo tanto, el dolor
debe ser un tipo de ilusión. “Cuando pienso que algo o alguien me ha hecho
daño, es porque me he olvidado de quién soy y de que soy tal como Tú me
creaste” (1:2). En otras palabras, sólo pensamos
que hemos sido heridos. Si recordásemos quién somos realmente, no podríamos ser
heridos.
Otro
modo de pensar en esto es decir que nada puede hacer daño a mi verdadero Ser,
sólo mi ser ilusorio puede ser herido, y únicamente por mis propios
pensamientos. ¡De acuerdo, somos muy buenos inventando esas malditas ilusiones!
Pero eso es todo lo que son: ilusiones.
El
dolor viene cuando pongo mis propios pensamientos en el lugar que les
corresponde a los Pensamientos de Dios (1:4). La causa está siempre en mis
pensamientos y no en otro sitio, nada de fuera de mi mente puede hacerme daño.
Cuando me siento atacado, siempre soy yo atacándome a mí mismo. Ni siquiera los
pensamientos no amorosos de mis hermanos pueden hacerme daño si mi mente está
pensando los Pensamientos de Dios con Él. Al comienzo del Texto se nos dice:
En realidad eres perfectamente
invulnerable a toda expresión de falta de amor. Estas expresiones pueden
proceder de ti o de otros, de ti hacia otros, o de otros hacia ti. La paz es un
atributo que se encuentra en ti. No puedes hallarla fuera de ti mismo.
(T.2.I.5:6-9)
Lo que yo soy está “mucho
más allá de cualquier dolor” (2:2). El Espíritu Santo es nuestro Maestro para
ayudarnos a recordar que esto es lo que somos. Como nos dice la Lección 248:
Lo que sufre no forma parte de mí. Yo no soy aquello que siente pesar.
Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. (L.248.1:3-5)
No sólo
el dolor es una ilusión, la ilusión del dolor se experimenta mediante una
ilusión de mí mismo. Son mis pensamientos, concretamente mis pensamientos
acerca de mí, lo que causa esta ilusión. Cuando pienso que soy lo que Dios no
creó, experimento dolor.
Que las
palabras “Hoy no me haré daño a mí mismo” ocupen mi mente hoy, Padre mío.
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