LECCIÓN 280 – 7 de Octubre
¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios?
1. Aquel que Dios creó ilimitado es libre. 2Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad. 3Níngún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su Padre; 4ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno;5ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. 6¿Puedo acaso imponerle límites al Hijo de Dios, cuando su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?
2. Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. 2Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. 3El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
El
Curso me está pidiendo que no niegue a nadie la libertad sin límite en la que
Dios nos creó. Descubro en mí lo que parece una tendencia natural a compararme
con otros y a encontrarme de algún modo superior a ellos. Yo soy más
inteligente. Mis opiniones son más correctas. O mis relaciones son superiores.
O yo soy más ético, más compasivo, más comprensivo, más honesto conmigo mismo.
Tengo mayor integridad. Éstas son formas en las que, a veces, me he sentido
superior a otros. Otros tienen otros niveles de comparación. Pero en general
pienso que todos tenemos esta tendencia de sentirnos en cierto modo superiores
al resto de la raza humana.
Esto es
lo que el Curso llama especialismo. Es un modo de ver a otros con limitaciones
que, creemos, que no existen para nosotros. La llamada del Curso a ver a
nuestros hermanos tan libres como nosotros contradice este modo de pensar que
nos hemos enseñado a nosotros mismos. La lección dice: “Puedo inventar una
prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad” (1:2). Todos somos
Pensamientos iguales de Dios, ninguno de nosotros ha abandonado la Mente del
Padre, ninguno de nosotros está limitado en absoluto, salvo en ilusiones.
Como
estudiantes de Un Curso de Milagros
se nos pide “rendir honor” (2:1) al Hijo de Dios dondequiera que Le
encontremos. Se nos pide reconocer al Cristo en cada uno de los que se nos
envíe para que le encontremos o conozcamos. Que hoy reconozca que las
limitaciones que veo son ilusiones mías; de hecho, son mi creencia en mis
propias limitaciones, disfrazadas quizá con otra forma, y proyectadas sobre mis
hermanos. Yo encuentro mi propia libertad al honrarla en otros. Que hoy me
recuerde a mí mismo: “Éste es el santo Hijo de Dios, mi hermano, una parte de
mí”. Únicamente al hacerlo así encontraré a mi Ser, y reconoceré al Cristo tal
como Dios Le creó.
En un
lugar el Curso hace una afirmación muy fuerte. Dice que si realmente
reconociera Quién es mi hermano “apenas podrías contener el impulso de
arrodillarte a sus pies” (L.161.9:3). Sí, continúa diciendo que en lugar de
eso, tomaré su mano porque en esta visión que ve a mi hermano de este modo, yo
soy igualmente glorioso. Somos el Cristo. Quien somos es magnífico, tan lejos
de la idea que tenemos de nosotros mismos que al verla nuestra inclinación
sería adorarle, sólo que en ese mismo instante reconoceremos la misma
magnificencia en nosotros. ¡Que Dios nos conceda esa visión!
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