LECCIÓN 259 – 16 de Septiembre
Que recuerde que el pecado no existe.
1. El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. 2¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? 3¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? 4¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento? 5¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?
2. Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. 2No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. 3Pues el amor no puede tener opuestos. 4Tú eres la Fuente de todo lo que existe. 5Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
El
concepto de pecado incluye la idea de que lo que yo he hecho o pensado o dicho,
ha alterado lo que yo soy de manera que no se puede reparar. Pensamos en el
pecado no como una mancha de polvo sobre una superficie limpia, sino como una
especie de podredumbre seca que se ha establecido en la estructura de nuestro
ser.
Cuando
Jesús dice que no existe el pecado, está diciendo que nuestras ideas están
equivocadas. Nada de lo que hemos hecho ha alterado lo que somos de ninguna
manera. La superficie sigue estando sin alterar, y puede limpiarse de manera
sencilla. Estamos creados con una capa mental protectora sorprendente. Por
debajo de las capas de suciedad, seguimos siendo el santo Hijo de Dios.
Si
pensamos en el pecado como lo hacemos normalmente, el objetivo de alcanzar a
Dios sigue siendo inalcanzable (1:1). Si lo vemos como Jesús lo ve, podemos ver
que el objetivo ya se ha logrado, no es algo a alcanzar, sino algo para
celebrar.
Cuando
vemos el pecado en otro como podredumbre seca, nos sentimos justificados por
nuestros ataques (1:3). Cuando lo vemos como manchas sobre la superficie,
nuestro amor responde con un deseo de limpiar la superficie de la mente de
nuestro hermano para que muestre la belleza escondida en la suciedad.
Todos
somos conscientes de algunos patrones de hábitos de ataques a nosotros mismos.
Todos ellos proceden de la sensación de que meremos castigo y sufrimiento
porque somos culpables (1:4).No nos meremos la salud, la felicidad y la dicha
continua. Pensamos que lo malo está en
nosotros, en lugar de estar sobre
nosotros.
Cuando
hayamos aceptado completamente la verdad de nuestra inocencia, habremos abierto
el camino a la abundancia y salud completas. El universo se levanta para
apoyarnos, lo bueno fluye continuamente en nuestro camino, pero continuamente
lo impedimos porque sin darnos cuenta de ello, pensamos que no nos lo
merecemos. Todo esto surge de la creencia en el pecado.
El
pecado nos hace tenerle miedo al amor (2:2). Tener miedo al amor es demencial,
pero “el pecado es demencia” (L.pII.4.1:1). Si Dios es la Fuente de todo lo que
existe, entonces todo lo que existe tiene que ser amor; no puede haber
opuestos, ni miedo ni pecado (2:4-5). Recordar que no existe el pecado es
aceptar nuestra propia perfecta inocencia, y la perfecta inocencia de todo lo
que existe. Y todas las pruebas que vemos que muestran lo contrario es una
ilusión inventada por nuestra propia mente.
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