SEPTIEMBRE
LECCIÓN 244 – 1 de Septiembre
No estoy en peligro en ningún lugar del mundo.
1. Tu Hijo está a salvo dondequiera que se encuentre porque Tú estás allí con él. 2Sólo con que invoque Tu Nombre recordará su seguridad y Tu Amor, pues éstos son uno. 3¿Cómo puede temer, dudar o no darse cuenta de que es imposible que pueda sufrir, estar en peligro o ser infeliz cuando él te pertenece a ti, es bienamado y amoroso, y está por siempre a salvo en Tu Paternal abrazo?
2. Y ahí es en verdad donde nos encontramos. 2No hay tormenta que pueda venir a azotar el santuario de nuestro hogar. 3En Dios estamos a salvo, 4pues, ¿qué podría suponer una amenaza para Dios, o venir a asustar a lo que por siempre ha de ser parte de Él.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
Quien yo
he creído ser está en peligro en
cualquier lugar del mundo. Continuamente nos asaltan señales de peligro.
Fumar puede matarme, incluso lo que queda del humo es mortal. El agua no es
segura, necesito un purificador. Los conservantes y colorantes de la comida
producen cáncer. Mantente alejado del microondas mientras lo tienes
enchufado. No te sientes demasiado cerca
de la pantalla del televisor o del ordenador. Ten cuidado con los virus del
ordenador, y todavía más cuidado con el virus del SIDA. No des de comer a los
osos mientras estás acampado. No uses el teléfono en una tormenta en la que
haya rayos. No bebas si conduces, y ten cuidado con los que lo hacen.
Para
empezar a aceptar la idea de hoy, tengo que darme cuenta de que no soy quien he
creído ser. Esta pequeña identidad de Allen Watson, envuelto en un cuerpo
frágil, no es el que no está en peligro en ningún lugar del mundo: “Tu Hijo
está a salvo dondequiera que se encuentre” (1:1). Es el Hijo Quien está a
salvo, el Hijo Quien es amado por Dios “y está por siempre a salvo en Tu
Paternal abrazo” (1:3). Hoy en mis momentos de quietud quiero recordar que Esto
es Quien yo soy y, al menos en estos momentos, abandonaré mi sensación de
peligro, bajaré mis defensas, y disfrutaré de la consciencia del Amor y protección
del Padre (1:2). Me daré cuenta de que Quien Yo soy no puede “sufrir, estar en
peligro o ser infeliz” (1:3).
Hoy voy
a intentar sentir mi seguridad. ¿Cómo me sentiría si supiera de verdad, hasta
lo más profundo de mi ser, que no puedo sufrir, estar en peligro o ser infeliz?
¿Qué efecto tendría en la tensión en mis hombros, el nudo en mi estómago, o el
acelerado latir de mi corazón? Voy a pensar en esto con detenimiento. Voy a
intentar imaginarme la paz que sentiría. Voy a sentir la relajación en cada
parte de mi cuerpo y, lo que es más importante, voy a sentir que se derrite la
dureza de mi mente. Pienso que me sentiría como un niño pequeño que cuando mamá
o papá le dicen: “Ahora todo está bien”, lo cree de verdad. El temblor del
miedo cesa, el cuerpecito se relaja, y el niñito se queda dormido en los brazos
de su mamá.
“Y ahí
es en verdad donde nos encontramos”, “siempre a salvo en Tu Paternal abrazo”
(2:1, 1:3). “En Dios estamos a salvo” (2:3). Sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario