LECCIÓN 225 – 13 de Agosto
Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.
1. Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. 2Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. 3¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!
2. Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. 2El camino está libre y despejado. 3Ahora lo recorremos juntos y en paz. 4Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. 5Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
El Amor
es mutuo. Recibimos el Amor de Dios a nosotros al devolvérselo a Él, no hay
otro modo de recibirlo, “pues dar es
lo mismo que recibir” (1:1). Esta misma frase aparece seis veces en el
Curso, y hay muchas otras muy parecidas. Podemos pensar que entendemos lo que
significa, pero el Curso nos asegura que para nosotros es el concepto más
difícil de aprender de todos los que enseña.
El modo de conocer el Amor de Dios brillando en
nuestra mente es devolverle a Dios el Amor. Si ayer en nuestros momentos de
quietud nos concentramos en sentir Su Amor a nosotros, concentrémonos hoy en
darnos cuenta de nuestro amor a Dios. Donna Cary tiene una hermosa canción que
hace uno o dos días escuché en una cinta, y que dice: “Siempre Te amaré”.
Desearía poder enviaros a todos esta canción, expresa maravillosamente lo que
esta lección dice: “Bailaré a la luz de Tu Amor, amándote eternamente”.
¿Cómo
sería tener “plena conciencia de que (el
Amor de Dios) es mío, de que arde en
mi mente y de su benéfica luz” (1:2)? ¿No es esto lo que todos queremos en lo
más profundo de nuestro corazón? Cultivemos hoy esta sensación de amor en
nuestro corazón. Que sea esto en lo único en lo que nos concentremos. Nada
complicado, ninguna idea, únicamente dejar que nuestro corazón cante con el
Amor de Dios, disfrutando de Su Amor por nosotros. Como dice la canción de Salomón
en el Antiguo Testamento: “Yo soy de mi Amado, y Él es mío”. Conocer a Dios
como el Amado es una de las más elevadas expresiones espirituales.
¿Te has sentado alguna vez en silencio con alguien
a quien amas profundamente, mirándole a los ojos, sin palabras? Esa quietud del
amor es a lo que esta lección nos está llevando, una unión silenciosa de amor
dado y recibido, reconocido y devuelto, fluyendo en una corriente sin fin que
fortalece y transforma nuestra mente y nuestro corazón.
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