LECCIÓN 216 – 4 de Agosto
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (196) No puede ser sino a mí mismo a quien crucifico.
2Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo. 3Si ataco, sufro. 4Mas si perdono, se me dará la salvación.
5No soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún soy tal como Dios me creó.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
La
esencia del pequeño resumen de hoy es la primera frase: “Todo lo que hago, me
lo hago a mí mismo” (1:2).Si aplicáramos constantemente esa sola idea, ¡qué
transformación habría en nuestro papel en el mundo! Mi propia lista personal
(tú puedes hacer la tuya propia):
¿Cómo saludo a la gente por teléfono?
¿Cómo respondo cuando me interrumpen?
¿Cómo trato a las personas que me sirven en las
tiendas y restaurantes?
¿Cómo reacciono a los fragmentos de noticias que
oigo en los programas informativos?
¿Cómo trato a los pobres y sin hogar con los que me
encuentro?
¿Qué pienso de los que son muy ricos?
¿Qué pienso de los demás conductores?
¿Qué digo a otros acerca de mis amigos cuando no
están presentes?
“Todo
lo que hago, me lo hago a mí mismo”. ¿Es de extrañar que me sienta tratado
injustamente o que sienta que nadie me comprende? Todos estos pequeños
“ejemplos” son expresiones del deseo del ego de crucificar al Hijo de Dios.
Cada uno de ellos muestra el modo en que me trato a mí mismo cuando escucho a
mi ego. Esto explica esa frase maravillosa del Manual: “El maestro de Dios es
generoso en interés propio” (M.4.VII.2:1).
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