"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Párrafo 7 de la Introducción al Quinto Repaso:
¿Sabes
qué?, por el modo en que Jesús habla en la primera frase, ¡parece que es algo
que él ha experimentado más de una vez!
“Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin
contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más”
(7:1). Ciertamente me gustaría pensar que ha habido más que él, sería
descorazonador si él fuera el único hasta ahora. Hoy, pienso que probablemente
ha habido más de los que nos damos cuenta que han llegado al final del viaje con
él. A veces me pregunto por qué parece que hay tan pocos en este mundo que
parecen “haberlo logrado”, pero si pienso en ello, me parece que ¡“este mundo”
es el último lugar en el que probablemente podemos encontrar a tales personas!
Estoy contento de que Jesús, al menos, ha decido quedarse por aquí y ser “un
salvador… con aquellos a quienes enseña” (6:5). ((A decir verdad, el Curso da a
entender que hay otros también, ver los dos primeros párrafos de la Sección 26
del Manual para el Maestro: “¿Es posible llegar a Dios directamente?”)
Levanta
el ánimo la idea de que cuando en alguna circunstancia yo aprendo el “camino que nos libera a todos de la
aflicción y del dolor” (7:2), Jesús se “renueva”. Por supuesto, eso es cierto
acerca de todos nosotros, cada uno de nosotros se renueva cuando un hermano
aprende el camino de liberarse de todo dolor y aflicción. Todos a los que
tocamos con un milagro nos enriquecen cuando lo reciben. Cuando alguien
comparte la explicación de un milagro en su vida, se renueva todo el que lo
escucha, eso es lo que hace que el compartir sea tan reconfortante. Mi propio
camino con Dios se fortalece cada vez que me doy cuenta de que algo que yo he
dicho ha ayudado a alguien. El Curso a menudo dice que aquellos a quienes
ayudamos, nos ayudan, así es como aprendemos a recordar lo que somos.
Que hoy
recuerde que cada vez que vuelvo mi mente a la luz dentro de mí, y Le busco,
Cristo renace. Así es como tiene lugar el Segundo Advenimiento (ver
L.pII.9.3:2, “¿Qué es el Segundo Advenimiento?”). Cuando todos hayamos dado a
Cristo nuestra mente por completo, el Segundo Advenimiento se habrá completado.
Cada vez que vuelvo mi mente a la luz dentro de mí, lo acerco más. Cada vez que
hoy recuerdo “Dios es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”, adelanto
ese día. Cada vez que elijo dar los milagros que he recibido, cada vez que
recuerdo que mi Ser, y no el miedo, está en el hogar en mí, Cristo renace en el
mundo.
Nadie
ha sido olvidado. Me encanta la frase de Marianne Williamson: “Dios no ha perdido
tu expediente”. Me gusta imaginar el ajetreo y bullicio de “la oficina
celestial”, con todo tipo de seres trabajando para mi bien, todos desconocidos
para mí. Dejando pequeñas pistas para que yo las encuentre. Planeando que me
encuentre con la persona adecuada, encuentre los libros adecuados, y tenga las
experiencias por las que necesito pasar.
Pero
todo esto necesita mi colaboración. La última frase parece contradictoria,
afirmando que Jesús necesita mi ayuda
para conducirme de regreso a donde la jornada comenzó. Pero tiene sentido, pues
como el Curso dice todo el tiempo, lo único importante es mi pequeña dosis de
buena voluntad. Él me lleva, él no me
obliga. Mi ayuda consiste en estar dispuesto a seguirle, parándome de vez en
cuando para escuchar sus instrucciones. Y mi ayuda consiste en hacer la
práctica que él me dice que haga.
¡Me doy
cuenta de que él me está llevando hacia atrás! A donde empezó el viaje, para
que yo pueda “llevar a cabo otra elección” (7:5). Todo su trabajo conmigo es
hacerme regresar al momento en que tomé una decisión equivocada, para que ahora
pueda tomar una decisión diferente. No hay nada que no se pueda cambiar.
Incluso la decisión que empezó esta pesadilla puede deshacerse, y será
deshecha, y ha sido deshecha. Él nos
está guiando “en (nuestros) primeros e inciertos pasos de ascenso por la
escalera que la separación (nos) hizo descender” (T.28.III.1:2). Cada decisión
equivocada que le permito que deshaga hoy, es otro paso en la escalera de
ascenso a la memoria de mi estado original, a la memoria del hecho de que “Dios
es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”.
Damos
los milagros que hemos recibido, y cuando lo hacemos, recordamos que ya estamos
en el hogar, y que el miedo es el extraño.
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