"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Aunque
la mente del Hijo de Dios alberga sólo lo que piensa con Dios, “La falta de
perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia”
(L.rIV.In.2:7). Por lo tanto, el mundo que veo es un mundo que me muestra mi
falta de perdón. “Es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad
ha enloquecido” (T.13.In.2:2). Lo único que mantiene la ilusión de que este
mundo es real (con sus aparentes
castigos, dolor, sufrimiento, separación y muerte) es una falta de perdón. ¿Por
qué el dolor que siento, mental, emocional y físico, parece tan real? Toda esta
realidad viene y es mantenido por una falta de perdón en mi mente. Por eso,
como dice la Lección 121: “El perdón es la llave de la felicidad” (L.121,
encabezamiento).
Hay un
mundo que quiero de verdad, un mundo que está más allá de este mundo. El Curso
lo llama el mundo real. “El mundo real es el estado mental en el que el único
propósito del mundo es perdonar” (T.30.V.1:1). “El mundo real se alcanza
simplemente mediante el completo perdón
del viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar” (T.17.II.5:1). Mi
percepción cambia de ver el mundo del dolor a ver el mundo real por medio de
una única cosa: el perdón.
Ésta es
la razón por la que no se pueden ver dos mundos. Pues, o bien mi mente perdona
o no. O condena lo que ve, o lo acepta con
compasivo perdón. Que empiece
conmigo mismo: ¿Soy cruel conmigo mismo por lo que pienso de mí? ¡Que poca
compasión tengo conmigo al juzgar mis errores!
Esta crueldad que tengo conmigo es el origen del mundo cruel que veo.
Dentro
de mí, y dentro de todos, hay un inmenso espacio de amabilidad, un corazón
enorme que abraza a todos con amor. Ésta es la Mente que comparto con Dios.
Dentro de mí, también, hay un niño asustado, lleno de dolor, que cree haber
hecho daño al universo para siempre. Que me vuelva con amor a esa parte
dolorida de mí y que le abra los brazos con consuelo y tierna y amorosa
amabilidad. Mi corazón es lo bastante grande para sanar este dolor en lugar de
rechazarlo. El amor que comparto con Dios es lo bastante grande para concederme
misericordia. Que no me mantenga a mí mismo alejado de mi corazón por más
tiempo. Que me acoja a mí mismo, con una cálida y tierna bienvenida.
Que
también mire a los que se encuentran cerca de mí con la misma aceptación tierna
y amable. Aquí está la curación de la soledad y el dolor, pues no hay nada tan
doloroso como un corazón cerrado al amor. Ciertamente no hay otro dolor que
este. El dolor es estrechar el corazón. El dolor es negar el amor que soy. En este gesto interno e
ingenioso de rechazo está la causa del mundo que veo. Mi salvación y la
salvación del mundo están en el deshacimiento de esta contracción de dolor.
Aquí está la entrada al mundo real, un mundo radiante de amor, de esperanza, y
seguro en su alegría.
Más
allá de este mundo hay un mundo que deseo, y la llave para abrir la puerta es
el perdón.
Bonita Explicación , Gracias!!!
ResponderEliminarGracias.
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