LECCIÓN 341
Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.
1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensamiento que le brinda Su plenitud.
2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
Cuando ataco a alguien, me
ataco a mí mismo. Cuando veo pecado en otro, ataco mi propia inocencia, y sólo
mi inocencia me mantiene a salvo. Dios dice que yo soy inocente, ¿quién soy yo
para no estar de acuerdo?
Yo soy aquel a
quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena
que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. (1:2)
Entonces, ¡qué absurdo
atacar, cuando cualquier ataque es un ataque a lo que yo soy! ¡Qué absurdo
atacar la maravilla que soy en una tonta búsqueda de otra identidad sin
importancia! ¿Por qué poner en peligro mi experiencia de la profunda ternura de
Dios?
… moramos en Tu
Sonrisa… (1:3)
¡Que pensamiento más
maravilloso! A veces he encontrado una persona cuya sonrisa era tan radiante
que sentí que me inundaba. ¡Imagínate inundado por la sonrisa de Dios! ¡Que
cariñoso amor irradia esa sonrisa! Voy a pasar un rato disfrutando de su
resplandor compasivo.
Vivimos unidos a Él “en
completa hermandad y Paternidad” (1:3). La unidad que disfrutamos no es sólo
con el Padre sino también con todos nuestros hermanos. Éste es el estado que
está destinado para nosotros para siempre. Es el estado en el que siempre estamos, si estamos dispuestos a disfrutar
de él y a dejar a un lado cada pensamiento de ataque. “El Señor de la Inocencia
nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensamiento que le brinda Su plenitud”
(1:3). Como Hijo Suyo, únicamente podemos ser la inocencia misma. Mi ataque
sólo amenaza mi consciencia de esta perfecta inocencia.
No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra
la Palabra que Dios nos ha dado. Y en su
benévolo reflejo nos salvamos. (2:1-2)
Muchísimas Gracias!!!!
ResponderEliminarBendicines Mich!!
ResponderEliminarBendiciones Mich!! Gracias por acompañarme en este camino a la salvacion
ResponderEliminarNo podemos atacar nuestra impecabilidad, pues, no somos pecadores. Somos hijos de Dios. 🙏
ResponderEliminarCuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa. Gracias infinitas.
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