LECCIÓN 338
Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.
1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. 2Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. 3Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. 4No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas. 5Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. 6Se crucificó a sí mismo. 7Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.
2. Padre mío, sólo Tu plan es infalible. 2Todos los demás fracasarán. 3Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. 5Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
Ésta es una idea fundamental
del Curso, repetida muchas veces con palabras diferentes:
Soy responsable de lo que veo. Elijo los
sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece
sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí.
(T.21.II.2:3-5)
Nunca estoy disgustado por la razón que
creo. (L.5)
Es imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos externos a él. Es imposible que
él mismo no haya elegido las cosas que le suceden. Su poder de decisión es lo que determina cada situación en la que parece
encontrarse, ya sea por casualidad o por coincidencia. (T.21.II.3:1-3)
Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada
externo a ti. (T.10.In.1:1)
Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada externo
a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. No hay causa más allá
de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie, excepto tú mismo,
puede afectarte. No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte
o de debilitarte. Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que
ves reconociendo simplemente lo que eres. (L.190.5:1-6)
El Curso
dice que aceptar esto es la base de nuestra liberación de todo sufrimiento.
Mientras pensemos que algo de fuera de nosotros nos está afectando y causando
nuestro dolor, no buscaremos dentro los pensamientos que son verdaderamente la
causa del dolor. Creeremos que somos las víctimas inocentes de fuerzas que
están más allá de nuestro control.
Con este pensamiento basta para dejar que la
salvación arribe a todo el mundo. Pues es el pensamiento mediante el cual todo
el mundo por fin se libera del miedo. (1:1-2)
La
comprensión de que no hay nada fuera de mí amenazándome es el único modo seguro
para liberarnos del miedo. Al principio puede parecer que provoca culpa porque
si no hay nadie que me lo esté haciendo a mí, yo debo estar haciéndomelo, y ése
parece ser un reconocimiento muy difícil de aceptar. Sin embargo, la
comprensión de que sólo mis propios pensamientos pueden afectarme trae una
enorme liberación del miedo.
Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada
puede amenazar su seguridad. No tiene enemigos, y está a salvo de todas las
cosas externas. (1:3-4)
Que recuerde esto hoy. Nada
puede ponerme en peligro. No tengo enemigos, y nada externo puede amenazarme.
No tengo que vivir con ansiedad y a la defensiva: estoy a salvo.
Sin embargo, ¿y el hecho de
que mis propios pensamientos pueden hacerme daño? ¿No es eso algo a lo que
temer? Parece aterrador que los pensamientos que tengo y de los que no soy
consciente pueden hacerme daño. Siempre ha sido aterrador el extraño mensaje de
la psicología de que estoy dirigido por motivos de los que no soy consciente,
que nunca llegan a la superficie de mi mente consciente, y el Curso parece
estar bastante de acuerdo con esas teorías psicológicas. Constantemente te está
diciendo que creemos ciertas cosas que no somos conscientes de que las creemos,
y que estamos dirigidos por una culpa por la separación tan profundamente oculta
y enterrada que quizá nunca en este mundo nos demos cuenta de ella. ¿Cómo
podemos liberarnos del miedo cuando estos enemigos escondidos acechan debajo de
la superficie de nuestra mente, preparados para explotar como minas de tierra
cuando las pisamos sin darnos cuenta?
Sus pensamientos
pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el
poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento
feliz de amor. Se crucificó a sí mismo. Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo
bienamado fuese redimido. (1:5-7)
La buena noticia es que puesto que nuestros
pensamientos son nuestros, podemos cambiarlos, incluso aquellos de los que no
somos conscientes. De eso es de lo que trata el Curso. Sí, nos hemos
crucificado a nosotros mismos, pero Dios ha planeado una salida para nosotros.
Él ha planeado que seamos rescatados, es decir: liberados de nuestros propios
pensamientos del aprisionamiento que nos
hemos impuesto a nosotros mismos. Es un camino para cambiar nuestra mente, y no
se necesita nada más que eso.
Todos los demás planes fracasarán. (2:2)
Fracasarán
porque están basados en una falsedad, concretamente, que el problema es algo
externo, algo distinto a mis pensamientos. Puedo intentar solucionar mis
problemas con más dinero, con medicinas o drogas, o rodeándome de personas que
parecen darme lo que parece que a mí me falta. Siendo soluciones externas
fracasarán todas, porque el problema real está en mis propios pensamientos. Por
muy ingeniosos que sean, mis planes fracasarán, porque estoy resolviendo los
problemas equivocados.
Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me
has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios
pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. Mas el Pensamiento que Tú me
diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le
hiciste a Tu Hijo. (2:3-5)
Aunque conozco la verdad de
esta lección, todavía tendré pensamientos que producen miedo, pensamientos que
parecen hacerme daño. No hay que preocuparse por eso. Cuando aparezcan tales
pensamientos, puedo aprender a encogerme de hombros con indiferencia y decirme
a mí mismo: “¿Así que todavía tengo un ego? ¡Eso no es nada nuevo!”. Puedo
llevar los pensamientos que me atemorizan ante la Presencia del Pensamiento que
Dios me ha dado: el Espíritu Santo. Él es “el Pensamiento que me lleva a la
salvación”, el Pensamiento de perdón y de amor. Él es un Pensamiento lleno de
promesas y seguridad, un Pensamiento que me dice que yo soy el Hijo que Dios
ama, sin nada que temer (como vimos en la lección de ayer “Mi impecabilidad me
protege de todo daño”).
Que hoy esté dispuesto a
reconocer mis pensamientos de miedo cuando surjan, en lugar de negar que los
tengo, para que con la ayuda del Espíritu Santo pueda cambiarlos, cambiándolos
por un pensamiento feliz de amor.
EXCELENTE Muchas gracias. Bendiciones.
ResponderEliminartermine de comprender como es
ResponderEliminarGracias se amerita leerlo dos veces..
ResponderEliminarGracias, maravilloso.
ResponderEliminarSuper cambia todo, de lo mejor q se pueda leer.
ResponderEliminarGracias. Bendiciones.
ResponderEliminar