LECCIÓN 286
La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.
1. Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! 2¡Cuán armoniosamente cae todo en su sitio! 3Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. 4En Ti ya se han tomado todas las decisiones. 5En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. 6En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas. 7La paz es mía. 8Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. 9Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío.
2. La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros. 2Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. 3Confiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
“¡Cuán
armoniosamente cae todo en su sitio!” (1:2) ¡Me encanta esta frase! Eso es
darse cuenta, las cosas encajan perfectamente en su sitio y no hay que hacer
nada.
Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que
no tengo que hacer nada. (1:3)
Hace
varios años en un grupo de estudio leímos una sección que describía el estado
de conocimiento. Alguien preguntó si
es posible que una persona lo alcance o si tenemos que alcanzarlo todos juntos.
¿Están todos esperándome? ¿Estoy esperando yo a todos? El que dirigía el grupo
(le llamaré Ted) empezó a hablar de Jesús y de que todos estamos en esto
juntos.
El que
hizo la pregunta dijo: “Entonces, Jesús tampoco está en este estado de
conocimiento, ¿no es cierto?”
Yo me
metí en la discusión: “Sí, Jesús lo ha alcanzado. Él ha pasado de la percepción
al conocimiento. Y tú también”.
Estamos
“en Dios en nuestro hogar, soñando con el exilio” (T.10.I.2:1). Ya estamos
todos en el Cielo. (En realidad nunca nos fuimos de él). ¡La historia ya se
acabó! Estamos al final, mirando hacia atrás y recordando. Alguien dijo:
“Estamos reviviendo un repaso”. Ted dijo: “El hecho de que Jesús ya lo ha
alcanzado es la garantía de que todos nosotros lo alcanzaremos, todos
sentiremos lo que Él ha logrado porque todos nosotros somos una sola mente”.
Ésta es
la razón por la que “no tengo que hacer nada”. Todos continuamos cometiendo el
error de creer que tenemos que lograr algo. Pensamos que tenemos que escalar
una gran montaña, la montaña de la iluminación o de la perfección. Creemos que
Jesús la ha escalado junto con otros como Buda, pero pensamos que nosotros
estamos todavía en la parte de abajo mirando hacia arriba. Estamos asustados
por lo difícil que va a ser, sobrecogidos por todo el trabajo que hay que
hacer, desanimados por el pensamiento de todo lo que todavía nos queda para
llegar allí.
Estos
pensamientos son la manera en que el ego trata de controlar la situación cuando
finalmente alcanzas a ver la tierra prometida del reino del conocimiento en el
que Dios quiere que vivas.
El ego puede aceptar la idea de que es necesario retornar porque
puede, con gran facilidad, hacer que ello parezca difícil. Sin embargo, el
Espíritu Santo te dice que incluso el retorno es innecesario porque lo que
nunca ocurrió no puede ser difícil. Mas tú puedes hacer que la idea de retornar sea a la vez necesaria y difícil.
Con todo, está muy claro que los que son perfectos no tienen necesidad de nada,
y tú no puedes experimentar la perfección como algo difícil de alcanzar, puesto
que eso es lo que eres. (T.6.II.11:1-4)
El ego
intenta convencerte de que lo que has visto es algo que te falta en lugar de algo que ya
tienes. “En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas” (1:6). Tú eres lo que has estado buscando.
La
naturaleza de Cristo no es algo que tengas que desarrollar. ¡No tienes que
someter al ego para convertirlo en Cristo! Eso no es posible. Si piensas que
tienes que convertirte en Cristo te
has puesto a ti mismo en una situación en la que “no puedes llegar allí desde
aquí”. Y ahí es donde el ego quiere que estés.
¡La
naturaleza de Cristo es Lo Que realmente eres! Sólo que no te acuerdas. Ya está
dentro de ti. Eres tú. Crees que eres otra cosa, pero no lo eres. Ésa es la
ilusión que el ego ha preparado. ¡Crees que el ego eres tú! Crees que toda esa
cosa horrible, toda esa naturaleza de miserable gusano, ese pelele, ese cobarde
llorón, es lo que tú eres. Eso no eres tú. Tú no eres el ego. El ego no es nada
ni está en ningún sitio, es sólo un pensamiento que tienes acerca de ti, un
pensamiento que es completamente falso. Cristo “es la única parte de ti que en
verdad es real” (L.pII.6.3:2).
Cuando
sientes que tienes que luchar, cuando sientes que tienes que hacer todo tipo de
elecciones difíciles, entonces te estás viendo como un ego, en la parte de
debajo de la montaña mirando hacia arriba. Cuando te ves a ti mismo como
Cristo, no tienes que hacer nada.
Nuestro
único problema es creer que tenemos
un problema. El pensamiento de “todavía no lo tengo” es el problema. Necesitamos liberarnos del pensamiento de que necesitamos
la iluminación. Todo lo que tiene que cambiar es ese pensamiento, y el
pensamiento no cambia nada, no hace nada, porque ya estamos iluminados siempre,
ya somos felices siempre, ya somos perfectos siempre. Dios nos creó así y no
podemos cambiarlo, todo lo que podemos hacer es olvidarlo y pretender que somos
otra cosa.
En los
momentos de quietud de hoy podemos sentir el sabor de esa quietud en la que no
hay que hacer nada ni hay que ir a ningún sitio. “La quietud de hoy nos dará
esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un
gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros”
(2:1). Podemos sentir la realidad del final, incluso a mitad de nuestro viaje,
podemos saber que la meta es “completamente segura”, incluso inevitable.
Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. Confiamos
en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él. (2:2-3)
Excelente! gracias!!!
ResponderEliminarHoy estoy tranquilo y en paz porque mi Dios Trino camina conmigo.
ResponderEliminarINFINITAS GRACIAS
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