LECCIÓN 260
Que recuerde que Dios me creó.
1. Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. 2No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. 3Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. 4Que recuerde que Tú me creaste. 5Que recuerde mi Identidad. 6Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo.
2. Ahora recordamos nuestra Fuente; y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad. 2Sómos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. 3Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él.
"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Comentario
Comentario
Desde
el punto de vista del Curso hay una estrecha e irrompible relación entre
reconocer nuestra verdadera Fuente (“Soy tal como Dios me creó) y conocer
nuestra verdadera Identidad. Cuando reconocemos a Dios y sólo a Dios como
nuestra Fuente, todas las dudas sobre nuestra identidad desaparecen, porque
somos tal como Dios nos creó. “Ahora recordamos nuestra Fuente; y en Ella
encontramos por fin nuestra verdadera Identidad” (2:1). Si nuestro objetivo es
recordar Quién somos verdaderamente, el único modo de lograrlo es aceptar a
Dios como nuestro Autor. Todas las falsas ideas acerca de nosotros mimos
proceden de la idea de que de alguna manera nos hemos hecho a nosotros mismos,
o al menos hemos jugado un importante papel en nuestra manera de ser.
En
nuestra “locura”, pensamos que nos hemos hecho a nosotros mismos. Quizá
reconocemos a regañadientes a Dios como el creador original y, sin embargo,
todos creemos que desde entonces hemos sido el factor más importante en darle
forma a nuestra vida y a nuestro destino. Eso es lo que creemos si creemos en
el pecado. ¿Iba Dios a crear el pecado? Si Él no lo hizo, y el pecado existe,
¿quién lo hizo? Así que lo admitamos o no de manera consciente, creemos que nos hemos hecho a nosotros
mismos, si creemos que no somos completamente inocentes y perfectos.
Resumiendo, pensamos que “Dios nos creó, y nosotros la hemos fastidiado”.
Y sin
embargo, el Curso diría que no hemos abandonado nuestra Fuente. Dios es todo lo
que existe; y todo lo que existe, existe en Él. Seguimos siendo parte de Él.
Por lo tanto, no podemos ser lo que pensamos que somos. No podemos separarnos
de Él, pero pensamos que lo hemos hecho. La separación nunca sucedió ni jamás puede suceder.
Sólo
con recordar que Dios nos creó, recordaremos al mismo tiempo nuestra Identidad
(1:4-5). Tal como la naturaleza del sol define al rayo de sol, del mismo modo
lo que nos define a nosotros es nuestra Fuente. Esto es lo que nos muestra la
visión de Cristo cuando miramos a nuestros hermanos y a nosotros mismos. Somos
inocentes y santos “porque nuestra Fuente no conoce el pecado” (2:2). Por lo
tanto, “somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él” (2:3).
Que hoy
recuerde que Dios me creó. Mi Fuente determina lo que yo soy. No estoy
determinado por mi pasado, por mi educación, por mis palabras o por mis hechos
poco amables. Tampoco mis hermanos por los suyos. Ahora somos hermanos, todos
nosotros, definidos por Dios. Y lo que somos es Su Hijo perfecto.
Somos perfectos hijos de Dios creados a imajen y semejanza de El. Nunca hemos dejado de ser lo que Somos para Dios, a pesar del pecado original. Tenemos que perdonar ese pecado original que nunca cometimos, para poder vivir libres con la ayuda del Espiritu Santo aprendiendo de Jesus el Camino a la Paz de Dios.
ResponderEliminarbuen día.. fuimos creados por dios eso nadie lo duda y jamas nos separamos de el lo único que pasa es que nos crían en la falsa creencia de que somos culpables de desobediencia, oh sea no hemos respetado a nuestro padre creador cuando nos dijo que no comiésemos del árbol del conocimiento,porque perderíamos la inocencia.. pero todos somos limpios y puros ..e impecables como Dios nos creo...
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