LECCIÓN 236
Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.
1. Tengo un reino que gobernar. 2Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, 3sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir. 4No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. 5La única función de mi mente es servir. 6Hoy la pongo, al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. 7De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. 8Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios.
2. Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti. 2Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. 3Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí.
Comentario
Si “el
secreto de la salvación” es que “soy yo el que se está haciendo todo esto a sí
mismo” (T.27.VIII.10:1), la “salvación” o la buena noticia es que no hay
fuerzas enemigas externas que tengan poder sobre mí. Es sólo mi propia mente la
que lo está fastidiando todo. Y si eso es cierto, hay esperanza. Porque ¡nadie
está gobernando mi mente por mí! Por lo tanto, puedo cambiarlo completamente.
Mi mente es mi reino, y yo soy el rey de mi reino. Yo lo gobierno, nadie ni
nada más lo hace.
Sí, es
cierto que: “a veces no parece que yo sea su rey en absoluto” (1:2). ¡A veces!
Para la mayoría de nosotros parece la mayor parte del tiempo. Mi “reino” parece
gobernarme a mí, y no a la inversa, diciéndome: “cómo debo pensar y actuar y lo
que debo sentir” (1:3). Un Curso de
Milagros es un curso para reyes, nos entrena en cómo gobernar nuestra
mente. Hemos dejado que el reino esté sin control, en lugar de gobernarlo.
Hemos inventado el problema, proyectado la imagen del problema, y luego hemos
culpado a la imagen de ser el problema. Como dice el Texto, hemos invertido
causa y efecto. Nosotros somos la causa, inventamos el efecto, y ahora pensamos
que el efecto es nuestra causa (T.28.II.8:8). Por eso necesitamos un curso en
“entrenamiento mental” que nos enseñe que somos nosotros los que gobernamos
nuestra mente.
La
mente es un instrumento, que se nos ha dado para que nos sirva (1:4-5). No hace
nada, excepto lo que queremos que haga. El problema es que no hemos observado
lo que le hemos pedido a la mente que haga. Hemos pedido la separación, hemos
pedido la culpa; y puesto que nos consideramos culpables hemos pedido la
muerte, y la mente ha dado lo que se pide. Nos hemos dedicado a la locura
salvaje del ego, y el resultado es el mundo en el que vivimos. Por eso
necesitamos verlo, dejar de hacerlo, y poner la mente al servicio del Espíritu
Santo, en lugar de al servicio ego.
Eso me
plantea una pregunta. Si se supone que yo debo gobernar mi mente, ¿cómo el modo
de gobernarla es entregándosela al Espíritu Santo? Aquí se dice que poner la
mente al servicio del Espíritu Santo es el modo en que “soy yo quien dirige mi
mente” (1:6-7). La respuesta es muy sencilla. Sólo hay dos elecciones: el ego o
el Espíritu Santo, el miedo o el amor, la separación o la unión. El Espíritu
Santo no es un poder extraño que me gobierna, Él es la Voz de mi propio Ser así
como la Voz de Dios. Él es la Voz tanto del Padre como del Hijo porque Padre e
Hijo son uno, con una sola Voluntad. La petición de que gobierne mi mente no es
una petición a una independencia de confiar sólo en nosotros mismos, el rey
“todo por mi propia cuenta”. Ésa es la interpretación del ego acerca de
gobernar mi mente. La petición de que gobierne mi mente es una petición de
total dependencia, de total confianza en el Ser, confianza en el Ser que todos
compartimos.
Tengo
la elección entre la ilusión de
independencia en la que mi mente está realmente aprisionada por sus efectos
y la libertad total en la que mi
mente se dedica a su propósito divino al que está destinada, sirviendo a la
Voluntad de Dios. ¿Quién puede negar que nuestra experiencia de ser una mente
independiente es realmente una experiencia de esclavitud, en la que nuestro
“reino” nos dice cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir? Que hoy nos
demos cuenta de que hay otra elección, y que gustosamente ofrezcamos nuestra
mente a Dios. Que entremos de todo corazón en el proceso de entrenar nuestra
mente para pensar con Dios.
gracias por la explicación. excelente!
ResponderEliminarGracias, genial!!!
ResponderEliminarHermosa leccion y muy buena explicacion....este es curso para reyes para que gobiernen su mente.
ResponderEliminarMuchas gracias.
💜
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminar😘🙏
ResponderEliminarGracias, me da claridad y me hace recordar desde donde quiero vivir. Desde el Ser a través del Espíritu Santo 🙏❤
ResponderEliminarAmen.
ResponderEliminarbuen día gracias muy buena explicación para controlar la mente.
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