Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica del Sexto Repaso
Comentario
Aceptar
que el pasado se ha ido es de sentido común, porque por definición, lo que es
“pasado” ya no está aquí, se ha ido. Únicamente nuestro apego a las cosas del
pasado, nuestra insistencia en repetir continuamente acontecimientos del pasado
y darles vuelta en nuestra mente una y otra vez, puede tener algún efecto en el
presente. Los efectos que sentimos no son del pasado sino de nuestros
pensamientos actuales sobre el pasado.
Aceptar
que el futuro todavía no ha llegado es también de sentido común, porque de
nuevo por definición, lo que es futuro no está aquí ahora. No puede tener
efectos sobre el momento presente. Sólo nuestra imaginación mental de lo que el
futuro podría traer, y nuestros pensamientos de lo que todavía no ha llegado,
pueden tener efectos en el presente.
En los
dos casos, los efectos que imaginamos procedentes del pasado o del futuro, de
hecho, proceden de nuestros pensamientos actuales Por lo tanto, únicamente
cambiando nuestra manera de pensar pueden cambiarse esos efectos. Cuando soy
capaz de abandonar mentalmente el pasado y el futuro, poniendo el futuro en
Manos de Dios, se me libera de sus aparentes efectos. Estoy en libertad, en el
ahora, para abrirme a aceptar lo que Dios me está dando ahora.
Las
circunstancias actuales en las que me encuentro pueden parecer amenazadoras. En
mi percepción, pueden haber sucedido a causa de acontecimientos pasados. Pueden
parecer que me llevan a un futuro desgraciado. Sin embargo, si puedo abrir mi
mente y creer que: “Lo que Dios da sólo puede ser para el bien” (L.214.1:4),
entonces ese bien me vendrá. No podemos conocer todos los factores involucrados
en los acontecimientos de nuestras vidas y sus efectos en cada uno de los que
nos rodean. Pero Dios los conoce. Podemos con seguridad y confianza abandonar
nuestros planes, y dejar el futuro en Manos de Dios. Podemos mirar a las cosas
que parecen traernos el mal y rechazar el mal, aceptando únicamente lo que Dios da como lo que de verdad nos
pertenece. Hay un regalo de Dios en todo, si lo miramos cuidadosamente. Para
poner el futuro en Manos de Dios, tenemos que abandonarnos y dejar de intentar
organizar los acontecimientos de nuestra vida. Hacer esto es una lección
constante de confianza. La confianza es la clave, un ingrediente esencial para poner el futuro en Manos de Dios.
En el
Manual para el Maestro, el paso fundamental en el proceso de desarrollo desde
“maestro de Dios” a “maestro avanzado de Dios” es el desarrollo de la
confianza. Pasa por varias etapas, expuestas en el Manual con claridad. La
mayor parte de esas etapas conlleva alguna incomodidad, porque hasta que
hayamos adquirido la confianza de verdad, seguimos intentando adelantarnos a
Dios. El dolor no viene de aprender, sino de lo que no se ha aprendido todavía.
Lo que estamos aprendiendo eliminará el sufrimiento, pero durante el camino el
sufrimiento parece casi inevitable. “Son pocos los maestros de Dios que se
escapan completamente de esta zozobra” (M.4.I.5:3). Sin embargo, cuando la
lección se ha aprendido, la paz será completamente distinta a todo lo que
hayamos conocido. Sólo podemos imaginarnos cómo se siente estando totalmente
libre de ansiedades, y sin embargo si hemos puesto nuestro futuro en Manos de
Dios, ¿qué otra cosa podríamos tener?
Cada esfuerzo
que hacemos en esta dirección es beneficioso. Cada instante que ponemos en Sus
Manos disminuirá la carga de preocupación que acarreamos constantemente en
nuestra vida. Poco a poco, estamos aprendiendo a entregarle a Él todas nuestras
preocupaciones, confiando en que Él nos cuida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario