"COMENTARIOS A LAS LECCIONES" de Robert Perry y Ally Watson
Instrucciones para la práctica
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instrucciones para la práctica del Sexto Repaso
Comentario
Bueno,
no tenemos mucha elección hoy. Tenemos que echarle otra mirada al hecho de que
no somos un cuerpo.
Pienso
que la creencia de que soy un cuerpo es lo que me pone aquí en este mundo, con
un cuerpo. Puedo decir que creo que no soy un cuerpo y que entiendo lo que
estoy diciendo, pero todavía sigo con un cuerpo. Eso me muestra que mis
palabras no coinciden completamente con la profunda creencia de mi mente. La
razón por la que el Curso nos ha hecho repetir esta idea durante los últimos
veinte días (empezó con la Lección 199) no se debe a que ya la creamos y no la
necesitemos; está claro que el Curso reconoce que nuestra creencia de que somos
un cuerpo está profundamente enterrada dentro de nosotros, y que la repetición
es necesaria para deshacer esa creencia. Recuerda que en la Lección 199 se
sugería que hiciéramos de esta idea una parte de nuestra práctica de cada día. Nuestra identificación con
nuestro cuerpo es una idea que no resultará fácil sacar.
Es
interesante la unión de las palabras “No soy un cuerpo” con las palabras “Soy
libre”. Si yo hubiera escrito el Curso, probablemente habría dicho: “No soy un
cuerpo. Soy espíritu”, o algo así. ¿Por qué crees que Jesús pone juntos estos
dos pensamientos?
El
cuerpo es algo que aprisiona. Todos nosotros somos esclavos de nuestro cuerpo.
Piensa en cuánto tiempo y energía de nuestra llamada vida en este mundo
dedicamos al cuidado del cuerpo. Lo alimentamos, trabajamos para darle
alojamiento y vestirlo, lo lavamos, dedicamos habitaciones de nuestra casa
únicamente para cuidar de sus necesidades de eliminación y limpieza, compramos
todo tipo de artilugios para adornarlo. Nos cortamos las uñas cada semana.
Fijamos citas para los cortes de pelo. Mira a la sección de libros de cocina en
una librería para hacerte una idea de lo que nos ocupamos del aspecto de la
alimentación. Mira en los supermercados, en las tiendas de ropa, en las
zapaterías. La mayoría de las tiendas en los centros comerciales están
relacionadas con el cuidado del cuerpo. Mira a los gastos que dedicamos al
cuidado de la salud y hospitales.
¿Y si
no soy un cuerpo? ¿Y si tanto derroche de esfuerzo y atención estuviera mal
dirigido? ¿Y si nos estamos concentrando en lo que no tiene importancia? ¿Y si
el centro de atención de nuestra vida empezara a cambiar del cuidado del cuerpo
al cuidado del espíritu? ¿Si eso sucediera cómo sería mi vida y la tuya? ¿Y si
fuera tan constante en buscar instantes santos como en atiborrarme de comida?
¿Y si empezara a hacer pausas varias veces al día para alimentar mi espíritu
con la misma frecuencia que dedico a comer, ir al baño, o cuidar el cuerpo? Nos
resulta muy fácil decirle a un amigo: “¿Te apetece una taza de café?” ¿Y si nos
resultara igual de fácil decirle: “¿Te apetece pasar unos minutos de meditación
conmigo?”
Al
pensar en esto queda muy claro lo poco equilibradas que están nuestras vidas y
lo centradas que están en nuestro cuerpo. Me hace darme cuenta de cuánto nos
queda todavía por recorrer. Y puesto que el cambio empieza en la mente, sólo
con recordarme a mí mismo tan a menudo como pueda “No soy un cuerpo”, es un
buen modo de empezar el gran cambio. Quizá sea útil algo tan sencillo como
dejar que mis comidas sean un recordatorio para decir una oración, no porque
rezar con la comida la haga mejor, sino porque me ayuda a recordar que necesito
el alimento espiritual tanto, o más que el alimento físico. Cada vez que me
haga consciente de que estoy dedicando tiempo y esfuerzo al cuidado del cuerpo,
que eso me recuerde cuidar también de mi espíritu.
Piensa
también en la libertad que tendremos cuando nos demos cuenta de que el cuerpo
no es gran cosa. Lo que yo soy no es algo que se desgasta, envejece y muere. Lo
que yo soy no es “una vela corta” como lo llamó Shakespeare, sino una eterna
estrella brillando en el cielo por toda la eternidad. El cuerpo se merece
cuidado porque es un instrumento útil para la situación en la que nos
encontramos, pero no más que eso. Como un coche es bueno para el propósito que
sirve. Pero el cuerpo no es “yo” como el coche tampoco es “yo” (aunque los
anuncios de coche digan lo contrario). Piensa en toda la ansiedad y
preocupación constante que se nos quitaría de encima si podemos pensar de este
modo. Cambiar nuestra forma de pensar acerca de ello se merece todo el esfuerzo
que sea necesario.
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