Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica del Sexto Repaso
Comentario
Todo lo
que necesito ya está dentro de mí. Se me da a conocer cuando lo doy a conocer a
otros, porque en realidad no hay “otros”, sólo hay uno. Nos quedamos atrapados
en preguntas como: ¿Me perdono a mí mismo primero, y así quedo libre para
perdonar a otros? O ¿perdono a mi hermano, y así encuentro el perdón para mí
mismo?, y ¿Debo amarme primero a mí mismo antes de poder amar a otros, o
viceversa? Cuando hacemos tales preguntas, estamos intentando explicar una
realidad unificada partiendo de la base de la dualidad, no podemos tener una
respuesta clara porque la pregunta se hace desde un punto de vista equivocado.
“Aceptar Su infinito Amor por mí” (1:3) es
aceptar ese amor por otros, porque todos nosotros somos trozos de una única
mente que todos compartimos. No es posible amarme a mí mismo excluyendo a los
otros, eso no es amor en absoluto. Tampoco es amor “amar” a alguien y
sacrificarme yo a favor suyo.
“Bendigo
al mundo porque me bendigo a mí mismo”.Esto no significa que satisfacer las
exigencias de mi ego beneficie a todos los demás. Según lo que Hugo y Gayle
Prather -maestros del Curso- llaman “psicología de la separación (en su libro Nunca Te Dejaré), muchas personas
piensan que amarte a ti mismo significa buscar tu propia felicidad a costa de
tu pareja e hijos. Eso no es lo que el Curso enseña aquí. Las cosas se han ido
al otro extremo: de sacrificarte a ti mismo por la familia o por tu pareja (en
las décadas de 1940 y 1950) a sacrificar a la familia y a tu pareja en
beneficio tuyo (en las décadas de 1980 y 1990). Tanto uno como otro son
enfoques equivocados basados en el dualismo.
“Bendigo
al mundo porque me bendigo a mí mismo” podría decirse al revés y ser igualmente
verdad: “me bendigo a mí mismo porque bendigo al mundo”. Dar y recibir son lo
mismo, ésta es una de las principales lecciones del Curso y, tal como lo
reconoce, una de las más difíciles de aprender para nosotros.
“La
bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora”
(1:2). Dentro de mí se encuentra el Amor de Dios radiante y que todo lo abarca.
Cuando me vuelvo a Él, me envuelve e inmediatamente se extiende para abrazar a
todos a través de mí. Lo que intenta el Curso es que descubramos eso. “Aún soy tal como Dios me creó”. Aún soy ese
Amor. ¿Cómo puedo saber que soy Amor si no lo expreso? Por Su naturaleza, el
Amor se extiende a otros y los incluye en Su corazón. El maravilloso
descubrimiento de mi propia naturaleza como Amor no puede hacerse sin la
extensión de ese Amor a mi hermano. Bendecirme a mí mismo y bendecir al mundo
es lo mismo. Cuando bendigo al mundo aprendo a amarme a mí mismo; y de la misma
manera, cuando me amo a mí mismo de verdad, me convierto en una bendición para
el mundo que me rodea. Necesito a mis hermanos, no para que me den lo que no
tengo, sino para recibir y compartir Lo Que Yo Soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario